LA LIBERADORA VERDAD SOBRE LA AYAHUASCA: ¿REALMENTE CONECTA CON TU CONSCIENCIA?
- mariannecliche
- 15 abr 2022
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 17 abr 2022
Lo que más me sorprendió es que con la “medicina” no hubo vómito que fue algo que esperaba ya que la mayor parte de las personas lo experimenta y de manera brutal. Aunque digan que estás sacando tus horrores, demonios, dolores mientras vomitas, no es cierto, al menos para mi es la simple respuesta de tu cuerpo a un mareo incontrolable que provoca vértigo y vomitas.
En fin, la creencia indica que vomitas todo lo malo que hay en ti. Normalmente no me gusta criticar de fondo creencias milenarias, porque considero que no tengo los fundamentos completos o la verdad absoluta, así que esta parte la dejaré libre a interpretación.
Desde la llegada a la casa, que se encuentra fuera de Atlixco en una sección de fincas y sembradíos (este espectáculo me gustó visualmente porque había mucha vegetación), había una energía rara que se acentúo conociendo a los asistentes y facilitadores. Más que asustados, las personas estaban totalmente perdidas: mental, espiritual y emocionalmente. Hay un par de componentes muy marcados que llevan a la mayor parte de los asistentes a este tipo de ceremonias y en mi opinión son el dolor (grief) y el desasosiego. Quizá algunos buscan respuestas a su existencia o incluso una experiencia diferente o “trip”, pero estas dos últimas no son la mayoría.
En mi caso no fue ninguna de ellas, porque hace ya un par de años empecé a buscar respuestas, a trabajar en mis sombras, a buscar un equilibrio emocional y espiritual. Mi intención era más bien abrir otras puertas hacia probablemente otras dimensiones, líneas del tiempo, encontrarme con mi higherself o hablar con mi conscienca. También lograr combatir la ansiedad y entender más la muerte.
A la sesión te piden que llegues con una intención clara de lo que quieres, supuestamente para que puedas resolver los nudos que tienes.
MEDICINAS ANCESTRALES HASTA POR LOS OJOS
En este retiro espiritual, con los peores “chamanes” y pongo la palabra en comillas porque de verdad no hubo profesionalidad en la sesión y sin conocer a otros chamanes o facilitadores podría asegurar que hay personas infinitamente más profesionales; iniciaron metiéndole a las personas cualquier cantidad de “medicinas” adicionales. Yo había leído que eso no era recomendable, sobre todo siendo la primera vez, pero estas personas decidieron darles a los asistentes kambo y tabaco para “lograr que conectaran mejor con el mundo espiritual” y la Ayahuasca entrara más fácil.
El kambo se pone en el brazo, te hacen 3 quemaduras muy pequeñas y así el veneno entra, a los 5 minutos empieza el vómito que supuestamente te purifica. El tabaco se sopla por la nariz a los asistentes, generándoles un ahogo momentáneo ya que no pueden respirar por la nariz ni la boca debido al humo que se genera, y vomitan o escupen de nuevo tratando de abrir las vías respiratorias. Nuevamente una respuesta normal del cuerpo humano que está intentando sobrevivir.
Ni yo ni mi esposo, porque fuimos juntos pero él ya les contará su experiencia, quisimos nada de eso antes de la Ayahuasca no por miedo, solo nos parecía innecesario. Digamos que gracias a ejercicios, meditación y otras herramientas que hemos utilizado él y yo, tenemos un poco más abierta la ventana espiritual y energética, y hemos logrado callar la mente y verla sólo como una herramienta.
Mientras los facilitadores daban las medicinas, yo los veía y jamás sentí que ellos mejoraran de manera genuina tras cada sesión o toma, sentía una energía desconsolante que ellos transmitían, todo su ser estaba lleno de desconsolación, tristeza, falso entendimiento de lo que sucedía. Ni siquiera los asistentes estaban tan perdidos. Aún así decidí aceptar que ya estaba ahí y que debía continuar con la sesión, llegó el primer vaso de Ayahuasca y nos pidieron recostarnos ya que el liquido hace efecto después de 40 minutos.
Algunas personas del grupo empezaron a vomitar a los 30 minutos aproximadamente, de manera incontrolable. Yo no sentía nada, ni siquiera náusea. Miré a los facilitadores, resulta que ellos también tomaron Ayahuasca. Todo esto empezó a preocuparme un poco, porque no había nadie “sobrio” que pudiera cuidarnos o ayudar a alguien que se sintiera mal. Recuerdo que había una alberca cerca y pensé: Si alguien tiene un mal viaje, podría ahogarse y nadie se enteraría.
Estas medicinas no son un juego, tampoco son drogas que te hagan sentir placer, el ambiente en el que se lleve a cabo la ceremonia, siempre debería ser seguro para los asistentes porque la final de cuentas no sabes cómo puedan reaccionar.
Empecé a sentir un ligero hormigueo en la nuca y en las extremidades, cada vez se hacía más fuerte y mis sentidos se agudizaron. Llegó la primera dosis de DMT para ponerle la cereza al pastel.
EN PLENO VIAJE
Escuchaba el sonido del viento, las hojas de los árboles, veía los bamboos (que yo creo tenían como 5 metros de altura) moverse de una manera muy armónica con el viento. Por unos minutos sentí mucha paz y un entendimiento de todo lo que me rodeaba, lo cual no era novedoso para mi porque antes tanto de manera natural como en sesiones de MDMA, sentí exactamente lo mismo. Lo que sucede con el MDMA es que agudiza tus sentidos y te apaga el pre frontal cortex lo que genera que tus juicios y tu ego se desvanezcan; a veces de manera natural si lo practicas puedes llegar a unos estados similares por periodos un poco más breves. Al parecer la Ayahuasca tiene un efecto similar.
Después de unos minutos, cerraba los ojos y empezaba a ver figuras geométricas de colores, muchas que se movían de forma circular. Esto era consecuencia del DMT. No me gustaron en lo más mínimo, me parecía useless ver eso, a mí no me interesaba el viaje psicodélico. Entonces abrí los ojos y algunas cosas a mi alrededor se veían distorsionadas, seguramente porque mis pupilas estaban enormes. Me acerqué al fuego y me senté frente a él, mi esposo estaba frente a mí del otro lado, pero lo veía muy tranquilo al parecer no sintió mucho los efectos de ninguna de estas cosas.
Veía a los demás, algunos platicaban con sus familiares sincerándose (insisto la Ayahuasca al parecer también apaga una parte del pre frontal cortex dejándote sin juicios, ni miedos, ni ego. Otros vomitaban incontrolablemente, un par dormidos boca abajo, ¿quién carajos puede quedarse dormido?, quizá el impacto de todas las sensaciones les apagó el cerebro y no pudieron con tantas cosas al mismo tiempo. Una persona se engarrotó y no podía mover bien sus extremidades, doblaba un brazo intentando levantarlo, un par de facilitadoras intentaron calmarla.
He de reiterar que todas las “facilitadoras”, se metían DMT como si no hubiera mañana. Estaban drogadísimas, mientras una de ellas tocaba la guitarra y cantaba, al principio era agradable escucharla, pero con el paso de las horas sería una pesadilla para mi seguirla escuchando.
Empecé a escribir, aunque mal porque este tipo de psicodélicos no te permiten hacerlo bien porque distorsionan un poco la visión y el control de tus extremidades, todo lo que sentía era paz, entendimiento y amor. Empecé a aplaudir al ritmo de la música y a cantar con la mujer que tocaba la guitarra; a la par veía símbolos tribales en el fuego, que no pude descifrar porque no me considero experta en el tema.
Así estuve algunas horas, no sé cuantas porque al estar bajo los efectos de esto, pierdes la noción del tiempo. Empecé a sentir que los efectos estaban disminuyendo, pero para mi desgracia no fue así, venía lo peor, se acercaba la hora del gran reto.
Intenté recostarme en mi sleeping bag para poder intentar dormir, pero era imposible porque cerraba los ojos y veía figuras geométricas, además la música empezó a molestarme a un grado de hartazgo. Mi esposo vio que me acosté y entonces fue por mi para llevarme a la tienda de campaña, estaba preocupado y mareado tanto así que llegando a la tienda de campaña tuvo que vomitar afuera un par de veces. Yo no, yo sólo estaba muy mareada y no veía bien las cosas, todo estaba distorsionado, empezaba la pesadilla.
¡DEJA DE CANTAR O ME VOY A SUICIDAR!
Entramos a la tienda de campaña, afuera las personas reaccionaban de manera distinta, vomitaban, roncaban, cantaban, lloraban, hablaban. Nada está escrito con la Ayahuasca, todos tenían reacciones distintas. Yo me sentía fatal y sólo podía pensar: ¿los demás se sentirán igual?
No podía casi mover el cuerpo, la ansiedad estaba a tope, no podía dormir porque al parecer ambas son psicoactivas (DMT y Ayahuasca) entonces mientras más ruido había afuera y la música sonaba más duro, más figuras aparecían. Tampoco podía abrir los ojos porque todo se veía distorsionado, era una pesadilla, mi esposo me tomaba de la mano y me hablaba para que tratara de calmarme. Él también estaba mareado, pero no se sentía tan mal como yo.
Tenía miedo, ansiedad, odiaba las formas que veía con los ojos cerrados, quería salir a golpear a la mujer que cantaba porque no se callaba y pues cómo si estaba drogadísima (y lo reitero porque ella desde antes de la ceremonia se había metido otras cosas también).
Pensamientos suicidas llegaron a mi cabeza, no había claridad porque el malestar físico, mental y emocional era deplorable. Había demasiada energía alrededor liberándose, de todos los asistentes y eso se sentía a la milésima potencia, porque la mayoría de esa energía era triste y desolada.
Digamos que, si llegamos vibrando con una energía estable y positiva, estas medicinas nos tumbaron al suelo. Intentábamos platicar para que yo me calmara, pero no podía casi articular palabras y pensaba: “quizá así es la muerte, quizá estoy caminando hacia mi muerte”. Las canciones seguían, eran insoportables para mí, no sé de dónde saqué fuerzas así que salí de la tienda de campaña a gatas, arrastrándome literalmente. Llegué a donde estaba la mujer que tocaba la guitarra, tomé su mano la quité de las cuerdas y le dije “por favor, cállate”, ella volteó y me dijo con una sonrisa burlona y drogada “jajaja venimos a trabajar no a dormir”.
Sintiendo todos los efectos posibles de estas sustancias, pude hacer un espacio en mi mente y darme cuenta que no había salida por las siguientes 4 horas que duraría el efecto y que esta mujer estaba tan drogada que jamás se callaría. Regresé a la tienda de campaña, gateando, sentía el pasto en mis manos, quería morirme para terminar con esta situación. Cuando digo morirme, era real, la única opción que mi mente me daba para acabar con esta pesadilla.
Entré a la tienda de campaña, mi esposo me preguntaba si todo bien, yo no dejaba de quejarme de la mujer que tocaba la guitarra, ya se había convertido en una obsesión para mí. Recuerdo empezar a preguntarle a mi esposo: ¿qué necesidad de hacer esto? Él estaba de acuerdo conmigo.
Afortunadamente, en los últimos meses he logrado aplicar ciertas prácticas para calmar la mente y liberarla de pensamientos incesantes, buscar verla como una herramienta. Así que empecé a llevar a cabo esas prácticas, las necesitaba en el peor momento de mi vida, en el momento en que estar bajo los efectos de la Ayahuasca y el DMT, sólo me llevaba a tener pensamientos suicidas.
Tomé la mano de mi esposo, empezamos a hablar, le decía que no podíamos hacer nada hasta que pasara el efecto y que luchar contra ello sólo emporaría las cosas, él es una persona muy estable normalmente así que tenerlo junto a mí ayudaba mucho sobre todo porque él ya se estaba sintiendo mucho mejor, pero aún así manejar por carretera no era una opción. Empecé a concentrarme en lo que podía sacar de esta experiencia, como por ejemplo bloquear el overthinking y trabajar en mi mente para que, de algún modo, empezará a cambiar mi realidad.
La mente es muy poderosa, siempre y cuando sepamos utilizarla como una herramienta, no a identificarnos con ella. Pensar en salir de ahí con vida era mi impulso, pensar en mi madre, mi gatita, mi esposo, mi trabajo, mi vida, mi espiritualidad, mis aprendizajes, todo lo que amaba no iba a dejarlo por una situación tan complicada que había sido provocada por los efectos de ambos psicoactivos.
Fueron como 3 horas de este proceso de introspección, en el que por un lado rogaba porque terminara, pero por otro lado utilizaba como una prueba para poner en práctica algunas cosas que he aprendido sobre la manera en la que mi mente trabaja.
¿Y LA PARTE ESPIRITUAL?
No la menciono porque en realidad fue muy vaga, no hubo resistencia de mi parte en casi toda la sesión, pero aún así, no hubo nada de esto. Todos los efectos fueron físicos, mentales y emocionales.
Sobrevivir fue mi único objetivo en las últimas horas de la sesión, sólo eso, salir de ahí sin buscar hacerlo rápido (porque no se podía) pero si de la manera más armónica que pudiera lograr. Probablemente si mi intención era liberarme de la ansiedad extrema que a veces me da por cualquier tipo de situación en mi vida diaria y comprender más lo que la muerte representa en realidad, la sesión de Ayahuasca me enfrentó con la situación más aterradora y llena de desasosiego que he podido enfrentar en mi vida.
Digamos que, en la parte espiritual, yo ya he vivido algunas experiencias increíbles, así que esa parte la tengo intacta desde luego sin pensar que yo tengo la verdad de todo, sólo disfrutando que he empezado a conocer más mi consciencia y entender lo que nos rodea desde otra perspectiva.
Con esto, no quiero decir que la Ayahuasca no sirva, mi esposo y yo llegamos a conclusiones similares sobre esta medicina. Parece ser que, si tienen un dolor muy profundo, un duelo, un desasosiego que no puedes trabajar por ti mismo o con ayuda de terapia, ésta planta puede ayudarte a abrir ciertas puertas en tu mente para poder trabajar en ello. La otra cara de la moneda es que, si ya has conectado con tu consciencia y has profundizado en ella, probablemente esta herramienta no sirva como tal, y sólo te provoque un mal viaje.
Al final de todo, logramos salir ilesos, a las 8am ya sin los efectos de estos psicoactivos, nos despedimos muy rápido, tomamos el coche y nos fuimos a desayunar porque moríamos de hambre, llevábamos 1 día entero sin comer.
Las respuestas, están dentro de nosotros no afuera pero definitivamente hay herramientas o experiencias que te muestran otros caminos. No creo que la Ayahuasca sea para todos, tampoco puedo afirmar que realmente funcione, insisto en primer lugar es una experiencia extremadamente fuerte y en segundo lugar no a todos nos funciona de la misma manera.
Sí hubo aprendizajes, están en todo este documento, también hubo mucho malestar. Hoy, después de casi 3 semanas de haberlo hecho, me siento menos ansiosa en general, más concentrada y con mejor manejo de mi mente y mis pensamientos. También el darme cuenta que debemos elegir bien con quién compartimos nuestra vida, porque el tener a alguien que te entiende y está dispuesto a cuidarte y a acompañarte en los peores momentos, vale oro. Por último saber que soy lo suficientemente fuerte para enfrentar lo que venga.
Para nada los incito a que tengan esta experiencia, es una decisión muy personal. No es un juego y si deciden experimentarla, busquen a alguien experto que los guíe.
En el lado no tan agradable, las preguntas sobre lo que viene después de la muerte y el por qué estamos aquí se agudizaron, perdí un poco el camino en ese aspecto, pero creo que cuando decides iniciar un camino que te lleve a obtener más respuestas y a conocer lo que realmente eres, jamás se dará sobre almohadas de algodón, sino la mayor parte del tiempo, sobre espinas con rosas en las puntas del tallo.
Todo es yin y yang…
*Imagen tomada de google



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